12 Oct
12Oct

Para John Sutter, la noticia de que sus hombres habían encontrado oro fue un duro golpe. Sabía bien que una fiebre de oro haría añicos sus sueños de riquezas agrícolas, y, al principio, trató de encubrir la noticia.

Pero los hombres hablan, y los rumores se extienden. Después de unas pocas semanas, circulaban historias de que algunos de los empleados de Sutter habían estado usando trozos de oro para pagar los productos en las tiendas de Nueva Helvetia. Intrigado, un editor y dueño de una tienda de San Francisco llamado Samuel Brannan fue a ver qué pasaba en persona. Cuando Brannan se dio cuenta de que los rumores eran ciertos, lo primero que hizo fue abrir una tienda que vendía suministros de prospección. Luego regresó a San Francisco, se vistió con sus mejores galas y atravesó la pequeña ciudad con un frasco de oro como un trofeo por encima de su cabeza.

 "¡Oro!", gritó. "¡Oro! ¡Oro! ¡Oro del Río de los Americanos!". 

En los próximos meses, todo cambió.

Todo el país resuena con el sórdido grito de '¡Oro! ¡Oro! ¡Oro!". Al principio, San Francisco quedó casi vacío de la noche a la mañana, ya que sus residentes corrieron a los campos de oro. Pero tantos "49ers" llegaron a vivir ahí, que la ciudad cambió completamente. En enero de 1848, San Francisco contaba con 800 residentes; a fines de 1850 tenía unos 25.000, muchos de ellos en chozas y carpas.

Tantas tripulaciones de barcos desertaron, esperando encontrar oro, que sus barcos se convirtieron en almacenes, tiendas, posadas e incluso una cárcel flotante. La fiebre del oro de California fue una de las mayores migraciones masivas en la historia de Estados Unidos, con un estimado de 300.000 personas mudándose a la costa oeste en solo un par de años. Con nuevos puertos, ciudades y ferrocarriles surgiendo para satisfacer la demanda, el estado se transformó, y nació el sueño del Golden State o el estado dorado. La sombría ironía, sin embargo, fue que hubo más perdedores que ganadores. Pocos prosectores se volvieron genuinamente ricos, mientras que los inmigrantes o las enfermedades mataron a decenas de miles de aborígenes y muchos de los que sobrevivieron fueron desplazados de sus tierras.




Comments
* The email will not be published on the website.
I BUILT MY SITE FOR FREE USING